VOS/Z EN LA CIUDAD #6: PAPELES
Nueva entrega de la columna de Hernan Cuello, una descripción de cuando la realidad te golpea en la cara.
Papeles
Decí que mi vieja pudo cambiar la batería vieja por la bolsa de papas si no no sé qué íbamos a comer esta semana. Ella hace malabares con la cocina y la disfraza para que yo crea que comemos diferente todos los días, no me quiere mandar al comedor de la escuela porque dice que le estaría sacando el lugar a otro nene que realmente lo necesita y yo pienso ¿más que yo? Si ya me duele la panza y para las doce falta mucho. Ella nunca tiene hambre, dice que el mate de la noche la llena y no le da ganas de comer el guiso de papas conmigo, me mira y yo juraría por un instante que podría nadar en el fondo de ese tornasolado, ella me mira con esos ojos que no te dicen “todo va a estar bien” pero te aseguran que van a dar un pedazo de alma para que las cosas mejoren.
A mamá le gusta muchísimo limpiar, tanto que lo hace en mi casa y en otras tres más que no son como la nuestra, son barrios con tapiales muy altos, piletas y un pasto tan cortito que parece la cancha de Boca.
El otro día le pregunté a mi mamá ¿Por qué no nos cambiamos de casa? Y ella me contestó que no nos alcanzaba la plata – ¿Qué es la plata, mamá? – La plata son unos papeles que sirven para comprar cosas, mientras más tengas, más cosas podes comprar, la gente que tiene muchos papeles puede comprar casas gigantes como la de don Ugarte, ¿te acordás?
Esa tarde, como todas las tardes, Manuel se quedó solo en casa, con solo cinco años sabe prender la cocina, hacerse un té y limpiar todo antes de que llegue mamá. Agarró las fotos y recortó las caras de cada una, buscó muchos papeles rectangulares y las pegó ahí. Al volver la mamá se sorprendió con una pila de billetes personalizados – ¡Somos ricos! ¡No vas a tener que volver a trabajar! El niño sonreía. Había descubierto el sistema más perverso del mundo.