VOZ/S EN LA CIUDAD #4: «EFÍMERA VIDA»

Una nueva entrega de la columna de Hernán Cuello. Relatos breves de historias crudas.

Efímera vida

 

 

El cuerpo yacía tendido sobre la calle. Veintitrés mazazos en la cara, frente y sien actuaron en nombre de la parca. Ahí, inmutable, totalmente hermosa, no resistió ninguno de los embates, sin embargo no se detuvo hasta el veintitrés, los últimos los contó en voz alta, veintiuno, veintidós, veintitrés. Se sentía tan bien, se lo veía esplendido, como si le estuviese haciendo el amor, ella lo miraba en una rara mezcla de extrañeza y templanza como quien ve avecinarse un ciclón y sabe que no existe lugar donde esconderse, resignando todo.

Sus ojos quedaron mirando al cielo, ya se veía al barquero aproximarse para pedirle dos monedas. Terminado el acto caminó veintiuno, veintidós, veintitrés palabras, nadie sabe qué se quiebra en la cabeza, de una vez y para siempre, nadie puede predecir la milésima exacta del estallido de una granada. Existe un lugar en la psique donde la conciencia no reina, ahí residen los sueños, los terrores y la impulsividad, irónicamente esas cosas inexplicables que nos hacen tan humanos nos hacen animales a la vez. Y vendrás con una sonrisa vestida en sangre. Veintiuno, veintidós, veintitrés. Los mazazos, los pasos, los años. Es increíble cómo se estalló el alma en mil pedazos el día en que la vio de la mano de otra persona, era suya, suya y de nadie más.

Hay dolores que arden, incluso después de cicatrizarse. Algún día serás mía, por más que la condena sean veintiuno, veintidós o veintitrés años nos volveremos a encontrar, veintiuno, veintidós, veintitrés. Y vendrás con una sonrisa vestida en sangre, te limpiaré la boca y te besaré sabiendo que hay dolores que arden, incluso después de cicatrizarse pero también que todo, absolutamente todo, se limpia con sangre.

Por Hernán «Ninio» Cuello.